El Yoga llegó a mi
vida en un momento en que estaba al borde de muchas emociones y decisiones
difíciles por tomar, ya no era una niña, y sentía que había desperdiciado gran
parte de mi juventud en una relación que poco o nada me aportaba, pero que me
hizo pensar en la urgencia de hacer un cambio profundo en la forma como estaba
asumiendo mi vida. No tenía muy claro como darle un sentido real a mi
existencia, un significado, pero tenía la certeza en el fondo de mi ser que
debía hacer algo urgente y trascendental.
En ese entonces el
Yoga era para mí todo un enigma, terminé mi carrera de Psicología convencida de
que como profesional en esta área debía no solo ayudar a otros sino a mí misma;
tuve la oportunidad de trabajar como voluntaria en una institución donde apoyaba
procesos artísticos y culturales para niños, jóvenes y adultos, dentro de los
cuales el Yoga era uno de sus pilares; nunca imaginé que iba a terminar por ser
una de las instructoras de Yoga de esta comunidad tan especial, y que gracias a
este proceso de aprendizaje y enseñanza cambiaría mi vida por completo.
Desde entonces, el
Yoga se instauró en mi vida, llegó para quedarse y recordarme la inmensidad que
me envuelve. Hoy, cada día de mi vida es todo un desafío, una aventura,
está lleno de esperanza y determinación; encuentro más sentido a mi profesión
como Psicóloga cada vez que hago un estudio sobre Yoga, y el hecho de haberme
graduado como instructora no solo es un título, para mí es todo un reto, mi
proyecto de vida, el desafío al que quiero enfrentarme con la responsabilidad y
la coherencia que se requiere.
Es todo un placer que
hagas parte de este hermoso proyecto que hoy nos hemos propuesto, estamos con
el corazón abierto y la mente alerta para dar lo mejor de nosotros y brindarte
una experiencia de Yoga cercana, segura, auténtica.