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PRINCIPIOS DE ACCIÓN VÁLIDA No.2

 



ACCIÓN Y REACCIÓN


“Cuando fuerzas algo hacia un fin, produces lo contrario”



El ser humano es forjador de acontecimientos, tiende a planificar y a cumplir proyectos. Pero, surge la pregunta: ¿Cómo va el ser humano hacia sus fines?  ¿Cómo hace entender a otra persona la solución de un problema que se presente: la violenta o la persuade?  Si la violenta, ahora mismo o más adelante habrá reacción.  Si la persuade, ahora mismo o después, se sumarán las fuerzas.

Muchos son los que piensan que “el fin justifica los medios” y actúan forzando todo a su alrededor, logrando a menudo, resultados exitosos.  En dichos casos, las dificultades vendrán más tarde. El fin logrado, no se lo puede mantener por mucho tiempo.

El Principio que estamos comentando, puede tener dos situaciones distintas. 


Ilustraremos ambos casos con una leyenda de la mitología griega  y una enseñanza.


Veamos el primer ejemplo.


El viejo Sileno era un sátiro (Seres mitológicos que eran mitad humanos mitad cabros) que aconsejaba a Dionisios (Baco, Dios del vino).  Su  espíritu era profundo y de acertado juicio, pero tal genialidad estaba disfrazada  bajo su apariencia grotesca.


Por causa de su aspecto, un día mientras dormía, fue capturado por unos campesinos.  Estos, orgullosos de su presa, llevaron a  Sileno cargado de cadenas, ante el rey del lugar, llamado Midas.


Midas reconoció las naturaleza del sátiro.  Hizo que lo liberaran y luego celebró en su honor grandes fiestas y homenajes, rogándole que perdonara a los campesinos por la equivocada acción.  El Sabio Sileno comprendió y los perdonó y quiso además retribuir  el gesto piadoso del Rey.


Le exhortó entonces a formular un deseo, el cual le concedería enseguida.  El rey Midas era muy ambicioso y le pidió al dios otorgarle el don de convertir en oro todo que tocaran sus manos.  Sileno le  dio satisfacción a su pedido. Aconteció entonces que el Rey Midas tocó la silla de su trono y esta de inmediato se convirtió en oro, sucedió igual con las plantas del jardín, con las cabras y los estanques de agua.  El rey era desgraciado con semejante poder.  No podía comer porque el alimento se tornaba en oro, un día toco a su amada hija y también ella se transmutó en estatua de oro.  La desgracia del Rey aumentaba cuando el hambre azoto la región ya que el oro no puede comerse y todo era de oro, de acuerdo a los deseos ambiciosos del Rey Midas.


Desesperado el Rey suplicó a Sileno le retirase el don y le restaurase a la normalidad.  Compadecido el Sabio sátiro, le hizo recobrar su condición de hombre normal.


El oro se esfumó, las cabras volvieron a ser cabras y a dar leche, y los estanque volvieron a contener aguas.  Los cultivos se agitaron al viento de nuevo; y la hija y la esposa del Rey salieron de su sueño de oro.  Entonces el Rey Midas pudo comer, pudo beber y agradeció con su pueblo al dios, el haberles concedido la pobreza.






A continuación  veamos la segunda enseñanza:


El Buddha dijo: Si un hombre me quiere dañar, le devolveré mi cariño; cuanto más daño me haga, más bondad partirá de mi;  el perfume de la bondad siempre llega a mi y el aire triste del mal va hacia él.”


Un hombre insensato insultó a Budha y este le preguntó  “¿Si un hombre rechaza un regalo dedicado a él, a quien pertenecerá?”  Y el otro contestó:  “En ese caso pertenecerá a quien lo ofreció”.


“Bien, - repuso Budha - te has mofado de mi, pero yo rehúso el regalo y te ruego que lo guardes para ti: ¿no será esto, un origen de miseria para ti?”.


El embaucador no contestó y el Budha continuó.


“Un hombre perverso que ofende al virtuoso, es como uno que mira al cielo y lo escupe: la saliva no ensucia al cielo, sino que vuelve su mancha a su propia persona”


“El  calumniador es como uno que arroja tierra a otro, cuando el viento está contra el mismo; la tierra no hace más que volver al que la arrojó y aquel que desea lograr algo que no es para él, obtiene aquello que es para él”





Si observamos el mundo que nos rodea, notaremos que todo, un objeto, un animal, un ser humano tiene ciertas limitaciones y una cierta capacidad.  Cuando forzamos algo, traspasamos este límite produciendo el resultado contrario:  rompemos objetos, le hacemos daño a los animales y producimos reacciones violentas en la gente a la cual estamos forzando.  El logro de cualquier fin requiere que sigamos ciertos procedimientos paso a paso.  Además, cada paso previo al logro del fin requiere cierto tiempo.  


Cuando forzamos, tratamos de saltarnos algunos pasos necesarios, dañando todo el proceso, o hacemos todos los pasos necesarios, pero acortando el período de tiempo que se requiere.  Por ejemplo:  cocinar cierto plato requiere hervir algunos vegetales, fritar alguna carne, preparar una salsa.  Debemos seguir la secuencia correcta y hacer cada paso correctamente para obtener un buen plato.  Cuando forzamos, no hervimos bien los vegetales, la carne no queda bien frita, etc.  También puede pasar lo contrario, que le damos más tiempo del necesario a cierto paso y cocinamos más de lo necesario los vegetales o quemamos la carne.  


Ahora bien, este principio no está diciendo que uno debe dejar de hacer un esfuerzo para superar las dificultades de la vida, al contrario, nos invita a un esfuerzo consiente. 


Hay diferencia entre forzar y hacer un esfuerzo


Al Forzar:

 • Nos sentimos tensos y nerviosos, y nos ponemos mal al menor inconveniente.  

 • Tenemos una idea fija, "llegar a la meta".  Esta obsesión no nos permite disfrutar el viaje.

 • Nos tomamos las cosas personalmente. 

 • El motivo de nuestra acción es la posesión del resultado de la acción.


Al Esforzarnos:

• Trabajamos fácilmente de una manera calmada y desprevenida.

• Mantenemos mente completamente enfocada en la acción que estamos realizando.

• Nuestra imagen, nuestro nombre, nuestra reputación no son el motivo de la acción.



En nuestra evolución traspasamos nuestros límites y ganamos en libertad.  Sabemos que cada acción tiene una correlación dentro de nosotros.  Por lo tanto, podremos obtener algunos beneficios internos realizando acciones cuidadosamente, dando lo mejor de nosotros. Si creo que no puedo hablar en público, no haré ningún intento, ya que creo que voy más allá de mis límites, pero si empiezo hablando a una pequeña audiencia, este es el primer paso para hablar luego a una audiencia mayor, traspasando mis límites.   De esta manera, la forma de hacer una acción es más importante que el resultado externo de la acción. Es más importante la forma en que hacemos algo que lo que estamos haciendo.



YOGACHARYA JAIRO MEZA