¿Se acuerda Ud. del cuento de los antiguos místicos del oriente acerca del Príncipe jorobado?
Pues este era un príncipe, jorobado de nacimiento, que quería salir de sus deprimentes condiciones físicas y triunfar en sus múltiples lides de la vida. Tras de consultar astrólogos famosos, videntes y médiums prestigiosos y profesionales que mucho ponderaban su saber, descubrió con alta razón que todos los esfuerzos en tal sentido le ofrecían muchas esperanzas, mas no lograban alentarlo en su mal, ni conseguían librarlo de su desgracia moral.
El príncipe de Chepandú -- que era el nombre de este singular varón -- no se contentó con llorar su desdicha. En su afán de acabar con su infortunio, dio en guerrero, pero tampoco estas gestas desesperadas apaciguaron su hondo dolor, ni apagaron su ansia de perfección. Sus peores batallas eran las que libraba en el interior de sí mismo y contra sí mismo. Cateó los favores de las núbiles danzarinas palaciegas y recabó todos los honores que ofrecían asaz fácilmente a sus ansias de ínclito varón; Mas ninguna de estas conquistas satisficieron a su amargo ser. ¿Que le importaba la posesión y la gloria humana, si no podía gozar como cualquier mortal?
Pero el Príncipe de Chepandú tenía aspiraciones propias y no quería deber sus goces y prebendas a nadie, ni a su rango ni a las prerrogativas de su rancia alcurnia. Lo fácil le aterraba, por que le parecían favores concedidos por simple piedad o lastima. Quería merecer lo que tenía, y lograr honores, glorias, felicidad por sus propios esfuerzos y merecimientos, por sus propios alcances y por sus propias aspiraciones. Era desgraciado, pero había conservado la dignidad!...
Entonces, el Príncipe de Chepandú mandó a hacer por un escultor famoso una hermosa estatua que lo representase con el dorso derecho y las espaldas cuadradas, tal como quería ser, y la hizo colocar en medio de un inmenso jardín. Cada día, el príncipe iba a admirar la figura ideal de su persona, parándose frente a ella, con firme decisión y una pose consiguiente, diciendo con profunda convicción: ESE SOY YO! ASÍ SOY! TAL COMO ESE HE DE SER!
Y así, andando el tiempo, el Príncipe de Chepandú se volvió de porte derecho y alto, caminando erguido y con suma esbeltez variado por completo su Estatura...
Así deberíamos ser todos! -- tener nuestra estatua fija en la imaginación. Estatua completa, bella y grandiosa, de aquello que anhelamos ser; representación fiel de lo que queremos y nos empeñamos en ser. Esa estatua que representa nuestra íntima estatura, debe exponer con fijeza y precisión, todas las cualidades que ansiamos poseer sean físicas o morales, comprendiendo además las características de sus más bellos, más sublimes, más acendrados y edificantes, precisos y perfectos ideales. Formando una estatua mental, lograremos imitar convenientemente al príncipe de Chepandú, y como él, lograremos enmendar nuestras deficiencias, destruir nuestras inepcias y aniquilar nuestras limitaciones.
¿Por que no formar su estatua mental, que lo represente en lo mejor?
Trate de visualizarse como más digno y lleno de éxito! Véase internamente, en lo hondo, íntimo y seguro de su ser, haciendo lo que siempre ha anhelado hacer........ De esta manera, tendrá Ud. un ejemplo completo de lo que debe ser y hacer, y podrá contar con la ayuda de la conciencia para vitalizar, vivificar y actualizar sus ansias y hacer real sus propósitos. Lo que se aspira y anhela, no se alcanza con solo soñarlo o esperarlo; es preciso tener un plan, una figura, un esquema, una representación completa de lo que aspira. Así se plasma con fuerzas superiores lo que luego ha de asumir forma concreta en el mundo objetivo.
Los pensamientos son fuerzas creadoras. Cada pensamiento es una serie de formas y fuerzas que, en valioso aporte, contribuyen a la edificación de la obra en perspectiva, en nuestras aspiraciones o en nuestros sueños. Pero no se debe contentarse con meros sueños o simples aspiraciones. Hay que cristalizar las aspiraciones en realidades objetivas. Por esto se debe proceder a la elaboración de un esquema, de una idea clara o de un plan conciso de lo que se anhela, algo así como la Estatua de aquel Príncipe Budhista que conocía el valor del pensamiento y que no se contento con saber, sino que obró, procedió a hacer una estatua de sí mismo, pero más perfecta, logrando así percatarse de sus inmensos poderes internos.
Todos poseemos tales poderes; mas nada ganamos con simplemente tenerlos. Para que sean efectivos, hay que darles substancialidad objetiva y practica. Por eso es recomendable tener una Estatua Mental, o patrón de aquello que ansiamos, a fin de perfeccionarnos de acuerdo con nuestras necesidades diarias. Luego, el Pensamiento constante hará el milagro apetecido; provocará la realización objetiva. Cada pensamiento sinceramente sostenido es una fuerza que se hunde en lo más profundo de nuestro ser, en una conciencia, y que la mueve a despertarse y actuar. Así se crean nuevas circunstancias y se promueven novísimas cosas!. La fuerza mental plasma nuestro ser: por eso es tan formidable y significativa!...
Que los pensamientos son FUERZAS, es un hecho incontrovertible, la telepatía no será tal vez científicamente aceptada, más los hechos hablan por sí, y se imponen. Cuando una persona está atribulada, sentimos en nuestro derredor, “en el aire”, algo que nos afecta; lo mismo ocurre con los espacios, cuando un lugar está lleno de “pesadumbre” lo podemos percibir. Son los pensamientos que recogemos y mantenemos en nuestra mente, lo que demuestra su impacto positivo o negativo sobre las personas y cosas.
Tal como pensamos habitualmente así somos. Pensar es afirmar, cuando es un hábito o una disciplina. Afirmar es asentar, tomar posición, afianzar, imponer ciertas condiciones. Afirmar es la condición primordial de toda obra de creación. Se crea porque se afirma y se visualiza, y mientras más se afirma una noción, o un principio, o un ideal o un anhelo, más se pone en juego el mecanismo creador de la Mente.
En realidad, cada día debiera ser la afirmación de una nueva vida que reposa sobre lo mejor del día previo.
Los buenos pensamientos son siempre edificantes, constructivos. Todo pensamiento es poderoso. ¡Cuidado! Haz ahora mismo tu estatua perfecta tal como quisieras ser, y piensa siempre en ella.
KUT HUMI LAL SING