MODERACION
«Si persigues el placer, te encadenas al sufrimiento, pero en tanto no dañes tu salud, goza sin inhibición cuando la oportunidad se presente»
Todas las religiones y filosofías se han preocupado por el problema del placer. Algunas creen que todos los problemas surgen cuando percibimos, vemos, probamos, tocamos algo atractivo, etc. Porque después, estaremos ansiosos de repetir la misma experiencia. Como una solución se aislaban en los monasterios evitando todos los estímulos placenteros para no ser tentados. Otras religiones instruían a sus seguidores para permanecer en la sociedad, pero evitando los placeres; restringían sus hábitos de comida, evitaban los placeres sexuales y vivían en condiciones extremadamente simples; y por esto sufrían tratando de sacar de sus mentes los pensamientos placenteros.
Este principio propone un nuevo punto de vista diciendo que la negación del placer es perjudicial, lo mismo que la demasiada indulgencia. Este Principio nos enseña que la raíz del sufrimiento no está necesariamente en el placer, sino en el deseo de poseer algo, en hacer eternas las situaciones placenteras. El placer es temporal, dura únicamente hasta el momento en que experimentamos una nueva sensación. Tratar de hacer del placer algo eterno, es tratar de tomar el aire con las manos.
Veamos a continuación una leyenda que nos describe ciertas posturas mentales equivocadas y otras acertadas frente al objeto del placer.
En un monasterio, el Maestro hizo aparecer un gran pastel mágico y lo regaló a la agrupación de discípulos. De este pastel se podía comer tanto como se deseara, sin que por ello el tamaño disminuyera. La única condición fue comer una sola vez al día.
El Maestro dio dicho presente a sus discípulos en el momento de emprender un largo viaje, con el fin de evitar problemas menores a la comunidad de monjes. Luego el Maestro se alejó.
Un primer discípulo probó el pastel y quedó maravillado por su exquisito sabor. Pero a poco de saciarse, comenzó a imaginar la porción del día siguiente. Así, de día en día, su obsesión por el pastel fue aumentando. Tan insoportable se hizo aquello que decidió terminar con dicha situación comiéndose una ración tan grande, que su apetito quedara satisfecho hasta la ración del día siguiente. Pero esto lo llevó a una indigestión tan terrible que por poco pierde la vida.
Para recordar aquel suceso, fue colocada en el frente del monasterio una placa con la siguiente inscripción: “Sufre el que busca y el que desea conservar”.
Un segundo discípulo, tomando en cuenta lo ocurrido, se abstuvo de probar el pastel en principio, a pesar de su gran deseo de hacerlo.. Se había dicho que el placer conducía al dolor y que, por tanto, para no sufrir era necesario evitar gozar. Una cosa llevaba a la otra, según lo demostraba la experiencia. Pero sucedió, sin embargo, que diariamente el asceta imaginaba y soñaba con montañas de pasteles sin poder probar un solo bocado. Por las noches, al dormir, sus sueños se poblaban de enormes pasteles y despertaba sobresaltado como su hubiese sido mordido por una víbora venenosa. Sucedió que, para evitar mayores sufrimientos, cierto día se decidió a probar un trozo del maravilloso manjar, logrando así traicionar sus convicciones y además aumentar la obsesión. Grandes padecimientos y disturbios psíquicos se derivaron de este hecho en el discípulo.
Como lección, en una pared del monasterio se fijó otra placa que decía: “El pecado no está en el pastel ni en la barriga sino en lo que se sueña y se piensa por arriba”.
Poco después un tercer discípulo se preguntaba acerca de las tareas que había encomendado el Maestro antes de su partida. Observó que el monasterio y la huerta y los animales habían sido descuidados. Vio como las diversas opiniones sobre el asunto del mágico pastel habían dividido a la comunidad. Y entonces decidió hacerse cargo de todo antes de que regresara el Maestro. Mientras ponía en orden uno de los recintos, encontró el tentador motivo del escándalo. Se detuvo un momento, y pausadamente, cortó un buen trozo y lo saboreó lentamente. Luego se olvidó del asunto, ya que estaba muy atareado con el trabajo de arreglar el monasterio.
Cuando el Maestro regresó, se encontró con las dos placas pegadas en la pared de la entrada y solicitó que se le explicara todo eso. Al escuchar todo el relato, el Maestro decidió deshacerse del pastel. Luego dijo: “Se ha cometido una gran injusticia. Poned una tercera placa que diga: ”El exceso de un tonto fuerte y la abstinencia de un docto débil, llevan al mismo resultado. Para el santo es el trozo, que tanto problema causa al codicioso”.
No es preciso ser un santo para practicar algunas virtudes que hacen la vida más fructífera y gratificante. Cuando el ser humano busca el placer constantemente, encuentra el dolor, por regla general. Pero esto no quiere decir que debamos eludir el placer. El Principio de MODERACIÓN puede resultar a primera vista chocante. Sin embargo, nos enseña que es absurdo el deterioro de la salud a cambio del disfrute de placeres exagerados que siempre resultan nocivos, al igual que la negación absoluta del placer, lo cual también produce sufrimiento. La enseñanza principal de este principio es la de no perseguir el placer, sino disfrutarlo sencillamente y sin excesos cuando se presenta, ya que, buscar cuando no está presente el objeto placentero o negarlo cuando aparece, siempre son procesos mentales que traen contradicción y sufrimiento.
Es importante hacer una diferencia entre necesidad y deseo:
• Necesidad es una fuerte urgencia que si no se satisface puede hacer daño a una persona. La necesidad tiene su origen en el instinto de conservación.
• Deseo es también una urgencia, pero su origen está en la personalidad. Es creado por la sociedad y no es esencial para la supervivencia. Muchos deseos están ligados a la posesión de personas, objetos, etc.
Algunos Mecanismos de la mente, costumbres sociales y creencias que se oponen a este Principio.
-Cuando tenemos una experiencia placentera, queremos repetirla una y otra vez, queremos poseer la persona o al objeto que nos da placer para poder disfrutar siempre que queramos.
-Sentimos placer cuando logramos un fin propuesto. Algunos, inconscientemente crea falsos fines en sus vidas, atraídos por la satisfacción que experimentan al alcanzarlo. Por esto vemos a unas personas escalando el Everest; bailando sin parar durante dos semanas, o comiéndose 55 huevos en una competencia.
-La fuerza moral y los valores de la religión en nuestra sociedad, nos hace sentir arrepentidos cuando disfrutamos. La creencia es que el placer es sucio porque viene del cuerpo y está ligado a los instintos amorales.
-Algunas personas están obsesionadas por el confort y se pasan la vida comprando diferentes objetos y enseres creyendo hacer su vida más fácil. Muchas veces el mantenimiento de estos objetos se vuelve más problemático que útil.
YOGACHARYA JAIRO MEZA