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PRINCIPIOS DE ACCIÓN VÁLIDA No.9

 


                

  JUSTICIA

"Cuando perjudicas a otros, te encadenas, si no haces daño a nadie, puedes actuar libremente sin límite"


La vida es una concatenación de hechos, acontecimientos, situaciones, individuos y lugares cuya relación concomitante es innegable.  Por esta razón, es verdad que el mal hecho a otros, es hecho a nosotros mismos, por concomitancia, por “rebote” o por interpelación energética.


Cuando perjudicas a otros, quedas encadenado en dos formas diferentes:


a.  Encadenamiento de la conciencia

Siempre que perjudicamos a alguien nuestra conciencia continúa remordiéndonos.  Nos sentimos culpables y arrepentidos.  Hay algo dentro de nosotros que busca la bondad, la armonía, la perfección y reacciona contra nuestro errado proceder.


b.  Encadenamiento de la reacción

Las acciones negativas producen reacciones negativas de otros.  Cuando perjudicamos a alguien debemos estar alertas a la reacción de la otra persona.  Esto crea una permanente tensión.



Perjudicar a alguien no significa necesariamente ser rudo o agresivo con alguien.  Hay muchas formas sutiles de perjudicar a otros, impidiendo su evolución.  Hay diferentes formas de violencia:  económica, religiosa, racial, social, etc.  Estas son formas sutiles de perjudicar a otros. 


Veamos algunas enseñanzas que nos ayudarán a entender este Principio:


En el siglo X, el eminente monje Fa-Yan dirigía un templo budista que se alzaba cerca de una ciudad del sur de China. En ese mismo templo vivía el honesto monje llamado Tai-Quin, que era despreciado por ser un poco descuidado.


Una vez, después de las oraciones diarias, Fa-Yan preguntó a sus hermanos de monasterio:

– Si un tigre aparece con una campanilla atada al cuello, ¿quién podrá desatarla?


Todos se quedaron perplejos, pues desatar la campanilla del cuello del tigre sería una temeridad. El tigre es una animal muy temido en aquellas latitudes. Es imposible que una persona pueda acercarse a su cuello para quitarle un cascabel. Por este motivo, aunque pensaban y pensaban, nadie se atrevía a dar una respuesta válida.


En ese momento entró el monje Tai-Quin, y el eminente religioso repitió la pregunta.


El monje que acababa de entrar respondió con la punta de la lengua:

– La campanilla debe ser desatada por quien la hubiera atado.


Esta frase se tornó en un proverbio para el pueblo, por eso en China la gente no dice:

– Debe resolver el problema quien lo creó, – sino que utiliza el dicho

– La campanilla debe ser desatada por quien la ha atado.




Este principio dice que nuestra libertad está limitada por la libertad de otros.  Puedo hacer todo cuanto quiera, siempre y cuando no interfiera con otros y no les cree infelicidad.  Pero a veces, la gente sufre si no actúo como ellos quieren.  Por ejemplo, si mi madre quiere que yo sea un doctor y no estoy de acuerdo, ella sufre.  Estoy perjudicándola cuando decido estudiar algo diferente? Parece que no.  Hay una pregunta de la libertad individual que es fundamental en la vida.  Yo no puedo sacrificar mi propia vida por el interés de otra persona.  Yo se que desarrollando mis capacidades en un campo que me gusta, seré más feliz, y al mismo tiempo, estaré en mejores condiciones de contribuir a la sociedad.  En todos los aspectos secundarios de la vida que no interfiere con mi propia evolución, puedo acceder a los deseos de mi madre, pero si son los asuntos fundamentales de mi vida los que se tocan, no permito que nadie infiera en mis decisiones.


Qué pasa cuando perjudico a alguien sin darme cuenta?  No voy a sentir ningún tipo de encadenamiento hasta el momento en que me de cuenta de mi error. Luego me sentiré culpable de ignorancia, me diré a mí mismo:  "si yo hubiera sabido, hubiera podido evitar el error".  Luego me di cuenta que requiero más conocimiento y ser más cuidadoso para evitar perjudicar a otros.  Cuando perjudicamos a otros no nos debemos de sentir tranquilos, las tensiones y el remordimiento se posesionan de nosotros y no podemos ni dormir.  Esto nos conducirá, luego, a muchas enfermedades sicosomáticas, tales como dolor de cabeza, presión alta, úlceras, cáncer, etc.  La única forma de liberarnos de este sufrimiento es pidiendo perdón a la persona que le hicimos daño, y compensando el daño hecho.  Si no hacemos esto durante el tiempo de nuestra vida, tendremos que hacerlo en el momento de la muerte.  Parece que en el momento de la muerte uno recuerda todas las imágenes de las personas a las que uno les ha hecho daño.  Es por esto que vemos a la gente que se está muriendo llamando a sus enemigos y pidiéndoles perdón.


Costumbres y creencias de la sociedad que van contra este  principio.


- Creemos que el mundo es una jungla y que la vida es una lucha por la sobrevivencia.  Por lo tanto, no nos preocupamos de perjudicar a otros si podemos conseguir lo que queremos.


-  Queremos conseguir beneficios de una forma fácil, y no nos importa perjudicar a otros.  Pero estos beneficios son únicamente aparentes ya que nuestras acciones erradas envenenan nuestras vidas creando enfermedades y tensiones.  


-  Algunas personas creen que su deber es obedecer a sus mayores.  Y sacrifican su propia vida tratando de hacerlos felices, olvidando que la felicidad es un asunto individual y que nadie puede hacer a otros felices.